Salvador y el coatí

Es la primera vez que escribo un cuento para niños, que me publican un cuento, la primera vez que presentan un libro que he ilustrado y que dibujo tanto para un libro. Les dejo un fragmento del cuento (Salvador y el coatí) y algunos dibujos:

"—Mi lengua es una gran pista de despegue,los granos de café escogen como quieren entrar por mi garganta. Algunos eligen bajar resbalando, otros con globos aerostáticos, en naves espaciales, paracaídas, encima de una luciérnaga, en aviones y barquitos de papel. Algunos bajan saltando y otros con música de fondo. Al interior de mi barriga hay un trencito de colores, cuando lo encienden se ilumina y en vez de humo bota nubes que suben al cielo de mi panza. Los granos de café empiezan su pequeño viaje. El trencito pasa por lagos, ríos, mares y para en una isla donde hay varios como yo, nos llaman coatíes Algunos granos por dentro tienen muchas ventanas desde donde podemos ver el mar, hay también un jardín y vientos para volar cometas. Otros están llenos de picaflores, otros de árboles, granos de chocolate por dentro, otros tienen relojes de arena y relojes cucú.


Una vez abrí uno que iluminó la selva entera, estaba lleno de estrellas. El café más rico del mundo es el que se hace con los granos que llevan estrellas dentro. Es muy difícil encontrarlos pero si lo buscas con cariño seguro que lo hallarás. A cada coatí nos toca cuidar un solo grano toda nuestra vida.

—Morito, ¿entonces en tu panza hay otros coatíes? —le pregunté.

—Sí, ¿tú tienes tu grano de café para toda la vida? —me preguntó.
Después de su pregunta no pude más que pensar en los granos que he comido, por la mañana, por la tarde y hasta por la noche. Me los comí como jugando, pero no tengo uno especial. Lo único especial que tengo es un botecito con ruedas que tiene un pollo y un gatito adentro, cuando va rodando parece que aparecieran pequeñas olas y pequeños peces.

Le dije un poco confundido. 
—No sabía que habían granos especiales, me gustaría tener mi grano de café para toda la vida.
A lo que me respondió:
—Todos podemos tener nuestro grano especial.
—¿Y dónde lo encuentro? ¿Dónde encontraste el tuyo? —le pregunté.
—Es muy fácil, ellos escogen quedarse contigo, como un compañero. Puedo ayudarte a buscarlo. Aquel día caminamos por mi bosquedor, nunca amaneció y tampoco vimos la noche. El día parecía que duraba toda la vida y no nos cansábamos de contarnos cosas. Cuando nos aburríamos, mirábamos las formas de las nubes o dibujábamos cosas en el piso. Morito había resultado ser un muy buen compañero para buscar granos de café para toda la vida. Aún pienso que parece un gatodor con cola de plumero.
—¿Estás solo en el bosque? —me preguntó Morito.
—Mmm. No —le respondí, antes de pensar mi respuesta—. Siempre estoy acompañado —le dije mientras recordaba las veces que no estuve tan solo—. Una vez me salieron gansos de la oreja, me dejaron muchas plumas. Fue en invierno, así que emplumé el cielo, por eso se ve así. Un tigre me salió de la nariz cuando estornudé fuerte, tanto que se formaron pequeños huracanes de colores. A veces siembro zanahorias, no siempre, pero cuando lo hago, en cuanto siembro la semilla, aparecen saltando conejos y empieza la fiesta de la cosecha, es muy divertido."


Èsta es la portada, donde comparto la antologia con siete autores que hicieron siete cuentos sobre siete animales del Perú. 

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